Cuando el sol se encuentra en plano con el ecuador, es cuando
este llega a su punto más alto que corresponde al cenit. Es cuando el
paralelo de la declinación del Sol y el Ecuador coinciden, por lo que los dos
polos de la Tierra se encuentran a igual distancia del Sol, cayendo la luz
solar por igual en ambos hemisferios. De ahí que el equinoccio significa en latín
“noche igual”. Este fenómeno octubre solo dos veces al año. El primero entre el
20 o 21 de marzo; el segundo entre el 22 o 23 de septiembre.
En época prehispanica habían diversas formas de saber en qué
momento nos acercábamos al equinoccio de primavera. En el templo de Kukulcán en Chichén Itzá,
se sabía a través de un juego de luz y
sombra que creaba una ilusión óptica: La de una serpiente que se mueve. Hoy son
varios los testigos que han observado, cómo antes de ocultarse el sol, entre
las 14:15 a 16:50Hrs, las sombras de las esquinas de las plataformas
superpuestas del lado norte, se van proyectando de arriba hacia abajo en forma
sucesiva en la orilla de la alfarda norte hasta que se forman con claros de luz
solar siete ángulos isósceles, de manera que el conjunto se asemeja al cuerpo
ondulante de una serpiente que parece descender de la pirámide porque el
séptimo triángulo coincide con la garganta del reptil que está al principio de
la alfarda. Este fenómeno dura unos minutos conforme el sol se oculta, y los
triángulos van desapareciendo en orden inverso, o sea de abajo hacia arriba.
En
Dzibilchaltún, Yucatán hay un antiguo
centro ceremonial maya que, de acuerdo con los especialistas, tuvo su época de
mayor esplendor entre los años 600 y 1000 d.C. Aquí también se sabía con exactitud
cuándo indicaba el cambio de estación y llegada del equinoccio. En la construcción
llamada el “Templo de las Siete Muñecas” (llamado así porque justo bajo el piso
de su cámara principal se encontró una ofrenda que contenía siete figuras de
barro con forma humana) se puede observar cómo la silueta del astro rey va
avanzando hasta posarse justo atrás del centro del edificio permitiendo al
espectador, presenciar la asombrosa imagen del sol y su resplandor atravesando
y enmarcando al templo en un espectáculo que, de modo exacto, indicaba a los
mayas el cambio de estación.
En
otros sitios mayas como El Mirador, Mundo Perdido en Tikal, TAk’alik Ab’aj,
Retalhuleu, Uaxactun y Kaminaljuyu en Guatemala. El equinoccio se observaba mediante
la construcción de una plataforma alargada con estructura central y dos
laterales construidas en la parte de arriba. Frente a la plataforma, en el
centro, esta erigida una Piramide
desde la cual, durante los equinoccios, se podía observar la salida del sol
sobre la estructura. En las dos estructuras laterales, se registra la posición
del Sol durante los solsticios-en junio y diciembre-, cuando los días y las
noches son más extensos del año. El equinoccio marca el cambio de las
estaciones para los hemisferios norte y sur.
En
Tula Xicocotitlan, no podemos negar que también se tenía conocimientos sobre fenómenos
astronómicos en cuanto al cambio de las estaciones, en especial de la época de
secas al de las lluvias. Es aquí donde debemos mencionar el descubrimiento del
Xipe Totec, que se realizó en la periferia de la Zona Arqueológica de Tula en
lo que corresponde a la ciudad arqueológica relacionada con el taller de
alfareros. La palabra Xipe Totec, deriva del verbo xipehuah, que significa
desollar, quitar la piel; Tótec es un término reverencial y se traduce como
“nuestro señor”. Este tipo de escultoras
fueron manufacturadas en cerámica o talladas en piedra, siendo muy
representativas por que forman parte de una cosmovisión del mundo prehispánico
en donde evocan determinados tipos de ceremonias donde los sacrificados eran
despojados de su piel.
Las
evidencias arqueológicas sobre este tipo de esculturas, se encuentra
ampliamente documentado por Sosustelle
(1966: 173, lams 197 y 198), Lathrop (1964: 69) y Alcina (1978: 390, fig. 307);
donde se menciona que se trata de una deidad masculina relacionada con la
entrada de la primavera y que pertenecía a la cultura tolteca (Soustelle 1966:
22, fig. 12).
En
el caso de Tula, no había referencias de la presencia de un Xipe Totec manufacturo
en barro, por lo que se consideró uno de los hallazgos importantes durante el
2009-2010. A pesar de que tenían antecedentes sobre el reporte de otros Xipe
Totec como las figurillas teotihuacanas descubiertas en el sito de Chingu;
donde la arqueóloga Clara Luz Díaz, recupero del reconocimiento de
superficie, una cabecita modelada, lo
que nos remota al Clásico y que hace proponer que dicha deidad ya estaba
vinculada con diversos sitios de filiación teotihuacana. También se dio un hallazgo
de escultura para época tolteca que representa a un Xipe, descubierta por la
década de los 90´, durante la
construcción del Boulevard Tula- Iturbe.
Las
fuentes históricas presentan al Xipe Totec, como una deidad, que se le
adjudicaba una advocación de Tezcatlipoca Rojo, cuya región era la salida donde
sale el sol. El Xipe Totec, simboliza la parte masculina, la juventud y la
aurora; y representa al maíz tierno, la fertilidad y el sacrificio. En el
Códice Florentino la vestimenta de Xipe Toltec consiste de: pintura facial de
codorniz, una corona puntiaguda, una piel humana desollada, plumas sueltas en
su cabeza (tzonchaiaoale), orejeras de oro, una falda de hojas de zapote,
cascabeles, un escudo con círculos concéntricos y una vara sonaja.
Simbólicamente
las codornices, son protagonistas en los mitos relacionados con el Sol:
aparecen antes que éste y anuncian su salida. Por ello, el Sol se enoja, las
castiga eternamente y pide su sangre como recompensa y ofrenda. Estas aves
simbolizan un vínculo entre lo cósmico y lo terrenal, y su sangre –junto con la
sangre de los corazones de los hombres– evita el caos.
El Xipe Tótec era un
dios de la fertilidad. Su fiesta se denominaba Tlacaxipehuaztli, “el
desollamiento de hombres”, y tenía verificativo el 21 de marzo, segundo mes de
su cuenta calendárica (Tonalámatl). Se le honraba con sacrificios, desollaban los cuerpos y se
ponían las pieles, las cuales eran pintadas de amarillo y llamadas
teocuitlaquemitl ("vestiduras doradas"), posteriormente eran
arrojadas hacia una cámara interior, posiblemente donde se encontraba la Piedra
del Sol. Otras víctimas eran atadas a un marco y se les daba muerte con
flechas; se creía que la sangre que brotaba de sus cuerpos simbolizaba las
fértiles lluvias de la primavera. Xipe Totec, es un dios benéfico, puesto que
era la encarnación misma de la vegetación y de las riquezas de la tierra, de
ahí que fuera también Dios de los joyeros.
Un himno se cantaba en honor de Xipe Totec llamándolo Yoalli Tlauana
("Bebedor Nocturno") porque las buenas lluvias caían durante la
noche. Le agradecían por traer a la Serpiente Emplumada, símbolo de abundancia,
y por prevenir la sequía.
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