El estado de Hidalgo es rico en construcciones
del siglo XVI de origen dominico o franciscano. En estos se conservan reliquias
y pinturas que nos hablan de un momento de gloria y de una expresión artística eclesiástica,
pero escondidos en los rincones o en área de uso común suelen encontrarse los grafitis
(del italiano graffiti, graffire,
y éste a su vez del latín scariphare, ‘incidir con el scariphus’
—estilete o punzón con el que los antiguos escribían sobre tablillas—) a varias
formas de inscripción o pintura, generalmente realizadas sobre mobiliario
urbano.
Hay evidencia de grafitis en diversos monumentos históricos cívicos algunos
con un carácter satírico o crítico; pero los que se conservan en los monumentos
eclesiásticos son obras en su mayoría producidos por gente anónima que
dejaron testimonio de su vivencia y contacto con cuestiones sacras y profanas.
Es una cosmovisión de lo que es el mundo para sus creadores, manifestado a través de representaciones en forma de iglesias, hombres a caballo, escenas de pesca y caza, barcos, espectáculos populares como el de los voladores, quema de castillos animales fantásticos, aves de diversas especies, santos, ángeles y diablos, monogramas y más raramente palabras, fechas, firmas y ensayos de caligrafía.
Este tipo de impresiones anónimas demuestran elementos abstractos en las paredes de manera libre, creativa e ilimitada con fines de expresión y divulgación donde su esencia es cambiar; pero debido a su contexto solo quedaron plasmados como un momento de pensamiento que no logro materializarse, mucho menos generar impacto a su sociedad; situación que actualmente se revierte con el arte del grafite a través de pintura en edificios modernos que tiene como fin no solo ser un atractivo visual sino también revolucionario y rebelde en la búsqueda del cambio.
La temporalidad de los grafitis que
se encuentran es en ocasiones en los monumentos eclesiásticos del siglo XVI al
XVII son difícil de fechar, ya que usualmente se usa comparación del trazo y
tipo de tinta que se usó en la época con documentos históricos. En ocasiones
hay fechas, que no necesariamente pueden corresponder con las los grafitis. Lo
que no podemos negar es lo fascinante que es observarlo y llevar la imaginación
de sus creadores a la nuestra para comprender que intentaron hacer y por qué,
al final hay un discurso que queda por investigar.
El segundo lugar para visitar es el
Templo y ex Convento de San Miguel
Arcángel en Ixmiquilpan (Ntsʼu̱tkʼani
o “verdolaga” en otomí, Itzmiquilpan o “lugar de cultivos como
navajas” en náhuatl), fundado por los frailes agustinos españoles entre 1550 y 1560. El lugar destaca por
sus pinturas murales pintadas hacia 1572 por indígenas sobre modelos
europeos y temática mixta europea e indígena.
El tercer lugar es en la catedral de San José en Tula de Allende del cual posteriormente haremos una descripción más exhaustiva de los grafites que uno puede conocer.
El tercer lugar es en la catedral de San José en Tula de Allende del cual posteriormente haremos una descripción más exhaustiva de los grafites que uno puede conocer.
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