jueves, 27 de abril de 2017

La Pirámide de Taxhuada, “Donija”

 

La Pirámide de Taxhuada, “Donija”, quiere decir iglesia vieja. El nombre deriva del otomí, donde “do” es un sustantivo que significa roca o piedra, pero como prefijo significa viejo, roto o enfermo; la palabra templo, se escribe “nija”. Hay algunos estudiosos del hñähñú que dicen que doni significa flor, lo que podría corresponder con el templo de la Flor[1].
La historia que tenemos sobre la Pirámide de Taxhuada es que  hay referencias donde pobladores colocaron una cruz en un cerrito para iniciar el proceso de evangelización del lugar abarcando las cabeceras de Mixquiahuala, Chicuautla y Tezontepec en el siglo XVIII. Hay que tomar en cuenta que la Pirámide de Taxhuada actualmente está bajo la jurisdicción de Mixquiahuala que formaba parte del señorío de Axocopan, que era una de las provincias norteñas del imperio azteca que había sido conquistada por Moctezuma Ihuilcamina en 1440. 

En la Lámina VIII del Códice Mendocino[2], se hace alusión al señorío de Axocopan, donde aparecen los  pueblos conquistados y frente al aparecer una pirámide con su templo en llamas, símbolo de conquista[3]. Bajo este sometimiento, las poblaciones de origen Ñhañhu se replegaron hacia el poniente rumbo a Tecozautla y Huichapan, otros se insertaron dentro del proceso de nahuatlizacion que se comienza a dar en el valle que los mismos mexicas llamaron Teotlalpan[4].
Los tributos que se tenía que ofrecer de los pueblos conquistados al señorío de Axococopan consistían en 800 cargas de mantas ricas pequeñas, 400 cargas de mantas pequeñas con borde blanco y negro, 800 cargas de mantas pequeñas blancas, 400 cargas de enaguas y huipiles, 42 trajes de guerreros con escudos, 4 trojes: una de maíz, otra de frijoles, una de chía y otra de huahutli y 400 cántaros de miel de maguey espesa. 


La historia de las exploraciones arqueológicas de la Pirámide de Taxhuada, comienzan con Jorge R. Acosta, cuando estaba dirigiendo los trabajos de la VI Temporada de Exploraciones en la zona arqueológica de Tula, en 1946. Lo que motivo la exploración Arqueológica fue el descubrimiento de alineaciones que hicieron suponer que se trataba de una construcción prehispánica, motivada por la extracción de piedra para la construcción de la barda, se le informó al arqueólogo Jorge R. Acosta de dichos descubrimientos.


[1] Carrasco, Pedro 1987 Los otomíes. Cultura e historia prehispánica de los pueblos  Mesoamericanos de habla otomiana, México, Ediciones del Gobierno del Estado de México; 1998 “Los otopames en la historia antigua de Mesoamérica”, Estudios de Cultura Otopame, Universidad Nacional Autónoma de México, México, núm. 1, pp. 17-51.
[2] Códice Mendocino 1980 Facsimile fototípico dispuesto por don Francisco del Paso y Troncoso, Editorial Innovación, México.; Códice Mendocino O Colección Mendoza 1979 J. I. Echeagaray (ed.) Prefacio de E. de la Torre Villar, San Ángel Ediciones, México
[3] Guerrero, Raúl 1983 Los otomíes del Valle del Mezquital. Modos de vida, etnografía, folklore, México, Gobierno del Estado de Hidalgo e Instituto Nacional de Antropología e Historia.
[4] Patricia Fournier y Rocío Vargas Sanders (2002)  “En busca de los “Dueños del Silencio”: Cosmovisión Y ADN Antiguo de Las Poblaciones Otomíes Epiclásicas de La Región De Tula”. En:  Estudios De Cultura Otopame. Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Investigaciones  Antropológicas. México pp: 37-75.

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