
Los arqueólogos usamos este
patrimonio material, para reforzar la identidad con la sociedad que
interactuamos en una investigación arqueológica; que no en todos los casos hay
una correspondencia directa; pero como bien patrimonial de todos los mexicanos,
permite responder preguntas como: ¿De dónde venimos? ¿Dónde están nuestros
antecedentes? ¿Quiénes somos y hacia dónde vamos? y el porqué de nuestras
tradiciones (Espezúa, 2003; INC & OEI, 2004a; Valdez, 2008).

Es decir, el patrimonio
arqueológico, es el producto de las condiciones medioambientales y climáticas
en relación con los contextos culturales, sociales, económicos, políticos y
religiosos específicos de las fases que contribuyeron a su origen, desarrollo y
decadencia (ICCROM, UNESCO, & ICOMOS, 1995). En una investigación arqueológica,
todos los vestigios son de importancia, ya que son indicadores de función y
significado de quienes los usaron e hicieron. Esto ha llevado a una dicotomía
evaluativa, donde si bien el patrimonio arqueológico nos permite inferir una
identidad en el pasado; este se describe e interpreta en el presente.
Su persistencia a través del
tiempo dependió de sus cualidades intrínsecas dadas por el tipo de material
usado, por su grado de conservación mantenido en un ambiente optimo, y por su
localización en relación con otros materiales que también se conservaron. Lo que no es negable es que el patrimonio arqueológico
descubierto es único en su relación espacio- tiempo; que debido a sus
condiciones es frágil para preservarse, inestabilizandose y volviéndose
vulnerable a las acciones naturales y humanos que lo podrían deteriorar,
alterar o destruir. En algunas escuelas arqueológicas se dice que el patrimonio
arqueológico es un recurso no renovable, por lo que su perdida es irreparable.
Durante el proceso de
investigación, es claro que la carencia del valor de identidad puede llevar a
su abandono y destrucción por lo que
requiere de una especial atención (INC, 1982: 37), haciendo participe de los
descubrimientos a la sociedad para que esta se sensibilice y pueda hacer que
trascienda el proteccionismo y conservacionismo. Dos tendencias institucionales
que han servido para la legislación con muy pocos resultados favorable.
Hay otro nivel dentro del
Patrimonio Arqueológico que en ocasiones no se ha valorado. Es la dimensión inmaterial y subjetiva de
significación, se relaciona con la percepción que se tiene del Patrimonio Arqueológico
como un elemento de valor simbólico o como generador o reforzamiento de
identidad. Es la conexión entre el
pasado y el presente, que como legado perdura y continúa para nuevas
generaciones. Los objetos materiales perdieran más que las personas.
Este tipo de temáticas son
las que abordaremos en el Templo Mayor dentro de “X Coloquio de Arqueología: Patrimonio Arqueológico en riesgo”, que
la arqueóloga Rosaba Nieto, de la Dirección de Estudios Arqueológicos del INAH
ha venido contribuyendo cada año. En espera de poder presentar que pasa en la ciudad de Ce Acatl Topiltzin Quetzalcoatl, abordaremos este tema, con una experiencia de casi diez años,
lo que nos permitirá hacer una propuesta teórica, metodológica
y técnicas que hemos implementado a través de este tiempo en el area de proteccion tecnicas en la periferia de la Zona Arqueológica de Tula.
Nos vemos el jueves 28 en Templo Mayor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario