miércoles, 16 de diciembre de 2020

El Museo Arqueológico de Ajacuba en realidad es una ventana al pasado

Entre la semana del 9 al 12 de diciembre personal encabezado por el Arqueólogo Luis M. Gamboa Cabezas, investigador adscrito al Centro INAH Hidalgo, a petición del Arq. Carlos Armando Arellano González, presidente del Concejo Municipal Interino de Ajacuba, comenzaron con la clasificación y ordenamiento de las piezas arqueológicas con las que cuenta el municipio para su exposición en su nueva sede del Palacio Municipal recientemente rehabilitado y que se inauguró el 14 de diciembre. 

El pueblo prehispánico se encuentra debajo del de la cabecera municipal y de los cerros que rodean Ajacuba, su importancia se debe por los grupos culturales que se asentaron en diferente momento específicamente por otomís, toltecas, tepanecas y mexicas, quienes vieron que podría ser un área para la defensa de la Teotlalpan contra los de Metztitlán. 

Hoy todavía hay varios conjuntos habitaciones que se conservan distribuidos en el municipio, que nos llevan a sostener una economía basada en agricultura que se evidencia en el museo por la gran cantidad de artefactos de piedra de molienda que eran usadas en la transformación de productos obtenidos del campo (maíz) como parte de la vida cotidiana de sus habitantes. Se han identificado tres categorías: a) piedra utilizada, b) molcajete/tejolote (similar a un mortero), c) metate/metlapil (similar a un molino barquiforme). 

Se puede apreciar como el desarrollo tecnológico más importante que se dio en las piedras de molienda es en la morfología ya que esta se fue perfeccionando de metates planos a trípodes con cierto ángulo para que la mujer pueda tener menos stress en su labor. La piedra de molienda conocida como metate trípode era de uso común en el Posclásico (900-1521 d. C.) y es todavía muy importante en algunas comunidades del país.

En su tecnología artesanal, también como parte de la vida cotidiana, hay una gran cantidad de malacates que pertenecen a la época azteca, donde es notorio como su uso como un peso al huso de madera empleado para hilar. Los nahuas llamaban malacate a la pieza circular, manufacturado en barro, conocidos y con decoración sellada. La medida estándar de los malacates puede ir de tres y los cinco centímetros de diámetro en su parte más ancha. Mientras que la tecnología lítica pulida se asocia a los hombres, en el caso del hilado se relaciona con las mujeres. Hilar era quizá la primera tarea que debía aprender una niña y era una ocupación cotidiana para cualquier mujer.

Los materiales arqueológicos se encuentran ordenados de forma secuencial donde se puede apreciar que hay una ocupación que corresponde al periodo preclásico superior con materiales cerámicos que corresponden a soportes de vasijas y figurillas que tienen una antigüedad de 400 a 200 a.C.  Los materiales arqueológicos que siguen corresponden a etapas tempranas de influencia teotihuacana con figurillas de las llamadas tipo pájaro que se distinguen por ser manufacturadas por modelaje y pastillaje. En relación a las vasijas, estas son muy escasas, con excepción de una jarrita que presenta un raspado muy poco usual de estilo teotihuacano. La temporalidad de estos objetos se encuentra entre el 150 al 200 d.C. La presencia teotihuacana sigue presente con las figurillas que ahora son en molde correspondiente a una antigüedad del 350 al 450 d.C., después ya no es observable una continuidad con los teotihuacanos, quizás por el surgimiento del asentamiento hegemónico de Chingu en Atitalaquia que contarlo la región de la Teotlalpan.

Hay materiales arqueológicos de estilo Coyotlatelco que nos llevan a una temporalidad del 650 al 75 d.C. y después la presencia de una ocupación tolteca que abarco la temporalidad de 900- 1150 d.C. Los materiales toltecas no solo es la presencia de figurillas femeninas y masculinas; las primeras donde las mujeres llevan una indumentaria como rebozos, tilmas, enredos y capas; los segundo son los hombres que suelen estar parados, arrodillados o sentados por tanto armas como escudos, atlats o lanzas. Hay también figurillas zoomorfas que representan juguetes con ruedas.

La mayor parte de la colección con la que cuenta el museo son piezas arqueológicas del Postclásico Tardío, es decir de la época azteca. Hay vasijas pintadas en negro sobre naranja o rojo sobre negro, además de sahumadores, braceros y diversas figurillas que se relacionan con dioses como Ehecatl Quetzalcoatl o Cihuacoatl. Hay esculturas de basalto que se relacionan con portaestandartes y cabezas de personajes masculinos. Es aquí donde la industria de piedras de molienda y malacates aumentaron para poder sostener a una población de grupos nahuatl y otomís que vivían en el asentamiento además de lograr recaudar productos alimenticio o materiales que eran tributados a la Triple Alianza.

El Museo Arqueológico de Ajacuba en realidad es una ventana al pasado.

Autor Texto y Fotos

Mtro. Luis Manuel Gamboa Cabezas ©"En caso de reproducción se deberá citar conforme a las normas establecidas". 

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