miércoles, 16 de diciembre de 2020

La Virgen Maria o Nuestra Señora Guadalupe

Pensil americano florido en el rigor del invierno, o Aparición de la milagrosa imagen de Guadalupe” por D. Ignacio Carrillo y Pérez. Es una obra publicada en 1845 en la Imprenta Manuel N. de la Vega en donde cuenta como en el Tepeyac, era un montecillo que tenía forma escarpada e inaccesible, lugar de veneración de una deidad femenina madre de los dioses Teotenatzin. 

 
En esta obra también hace mención del milagro de la aparición de la virgen, donde se cuenta que Juan Diego, indio natural de Cuautitlán, vecindado de Tulpetlac, recién convertido, estaba andando por la serranía de Tepeyac, cuando un sábado 9 de Diciembre de año de 1531, en la parte poniente escucho música y observo una nube blanca donde apareció una hermosa mujer que le dice: “ser María Virgen Madre de Dios, cuya misa y doctrina va a oír: mándale vaya al obispo y le diga cómo es su voluntad que en aquel sitio se le labre templo, en que se mostrará”.
 

Fray Juan de Zumárraga, protector de indios, fue quien lo escucho y se sorprendió, diciéndole que regresara en otro momento para ser atendido. Juan Diego fue al Tepeyac a contar lo que paso y Guadalupe le contó que no por ser indio, debía ser otro el que fuera a contar donde quería su templo, sino que debía ser el mismo Juan Diego, quien debía llevar la noticia. El diez de diciembre, Juan Diego asistió a su misa, para después ir al palacio a dar el recado de que quería Guadalupe, humillado y despreciado le permitieron por su insistencia ser escuchado, donde el obispo decidió que fuera acompañado, al llegar a un canal, Juan Diego desapareció y se sospecho que ese indio era un embustero.
 
Juan Diego cuenta de nuevo a María, lo que paso, ordenando que regresara al siguiente día para poder darle algo que fuera digno de presentar al obispo y que se creyera en su palabra. El día 11 de diciembre, Juan Diego, no pudo asistir debido a que su tío de nombre Juan Bernardino, se estaba muriendo debido a la fiebre ocasionada por el cocolixtli. Al final del día al no conseguir que se aliviara fue a buscar un sacerdote para que le diera los santos olios.
 
El doce de diciembre, Juan Diego no quiere ir a donde estaba María la Virgen, ya que tiene miedo que lo repriman por no haber estado el día anterior, así que cambio su recorrido hacia la parte oriente del Tepeyac, viendo bajar a la virgen quien le dice: “A donde vas hijo mío”. Juan Diego le dice lo que paso, el problema que tenia y sus apuraciones, diciéndole la virgen: “¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo de mi sombra y amparo? ¿Tienes necesidad de ir a otra cosa? No tengas pena ni cuidado de la enfermedad de tu tío, que no ha de morir de este achaque, y ten por cierto que ya está sano”.
 
En eso le ordena que juntase varias flores para cubrir su tilma y que fueran llevadas al obispo, flores blancas provenientes de un árbol. Llega al palacio del obispo donde no lo dejan ingresar, se oponen y tratan de obligar que muestre lo que lleva en su tilma. Se niega hasta que es atendido dejando mostrar las flores y al extender se observa una pintura de la virgen María en todo su esplendor y color que deja atónitos a sus observadores. Es cuando el obispo decide ir con el indio al lugar donde surgió la aparición, donde la virgen quiere su templo, al final del día, se aleja Juan Diego rumbo a Tultepec, para ir a ver a su tío quien sorpresivamente esta sano. Ese día fue el segundo milagro de la virgen.
 
¿Y quién era Juan Diego?
 
Su nombre era Cuauhtlatoatzin, natural del pueblo de Cuauhtitlan. Becerra Tanco, en la obra publicada por D. Ignacio Carrillo y Pérez en el año 1845: “Pensil americano florido en el rigor del invierno, o Aparición de la milagrosa imagen de Guadalupe” dice que nació en el año de 1474, de la categoría de los macehuales, quien durante Cuarenta y ocho años vivió en las tinieblas del gentilismo. En 1524, fue bautizado al igual que su mujer que fue llamada María Lucia y Cuauhtlatoatzin, se paso a llamar Juan Diego.
 
Se volvió residente de Tulpetlac, desde donde se iba al Barrio de Tlatelolco para oír la misa de todos los sábados a la virgen María. Debido a esto, la virgen lo probo para estampar en su tilma su imagen y ser enseñada al obispo. Su recompensa fue que se dedico a vida a ofrecer limpieza en su nuevo templo y su tío que fue salvado, también se convirtió para alejarse del gentilicio. Juan Diego murió a los 84 años, enterrándolo en el templo de su gran señora. Al morir dejo a su propio hijo también llamado Juan otra imagen de la virgen que se desconoce como se obtuvo, la cual también fue erada a su nieto.
 
Tonatzin la diosa madre
 
Tonatzin era considerada la diosa madre, que tenia cuatro santuarios donde se le rendía culto. Uno de estos era en Tepeaquiuac hoy conocido como Tepeyac. 
 
En el México prehispánico había otras diosas como Coatlicue, símbolo de fertilidad, madre de los dioses que era llamada también Tonatzin, era una madre, triunfadora que dio a luz a una deidad solar, santo patrón de los mexicas llamado Huitzilopochtli. 
 
Cihuacoatl era otra diosa con la que se identificaba Tonantzin, llamada la mujer culebra, Sahagún describe sus atributos y la relaciona con la pobreza, adversidades y abatimientos. Durante describe su vestimenta blanca, y regresando a Sahagún decía que desaparecía entre las mujeres, mataba a los sacrificados con su cuchillo de pedernal. 
 
De esta forma notamos como hay varias diosas que se atribuyen son madres que protegen y acobijan a sus hijos. En el templo de la virgen María, se tenia conocimiento de la existencia de construcciones prehispánicas donde se honraba a Tonatzin. Torquemada, trato de encaminar a los peregrinos que llegaban a culto de la diosa Tonatzin, sin lograr el éxito deseado. Debido al milagro de la aparición de la virgen en la tilma de Juan Diego, revive una devoción del lugar honrando a la nueva expresión, dejando a un lado los rituales relacionados con la diosa Tonatzin- Cihuacoatl.
 
La fe se antepone a la racionalidad, de que fue un milagro sobrenatural, que no se debe cuestionar, donde un humilde macehual convertido de su paganismo a una nueva religión fue quien tuvo ese contacto con la virgen para que fuese el mediador con el arzobispo e inicio de un nuevo culto en el cerro del Tepeyac.
 
Un culto que distingue a los mexicanos en otros países y que ha influido en la historia para generar cambios sociales y políticos. Un cambio que hoy debemos de ser pacientes, para que la sana distancia no propague mas la pandemia originada por la llegada del virus COVID-19.
 
Pintura o milagro: La virgen María de Guadalupe
 
Después de 1932, la idolatría disminuyo con el milagro de la aparición de la virgen María en el cerro del Tepeyac. Ya desde mucho tiempo a tras se visitaba el lugar por el templo de la diosa de Tonatzin; pero ahora era necesario construir un edificio que fuera el lugar de adoración y veneración de la virgen María. 
 


El edificio fue monumental con cúpula elevada y columnas que sostienen elegantes arcos, bajo los cuales pasamanos de plata relucientes y ornamentos de oro, recibió y mantuvo a salvo la pintura, descrita en la época como la representación de la virgen, parada con el pie derecho en una cresta luna cent, sostenida por un querubín con alas extendidas, y las manos juntas sobre su pecho. Una túnica de colores ricamente bordados con oro la cubre, y un cinto de terciopelo sujeta su cintura. El manto, decorado con estrellas, cubre parcialmente el cabeza, sobre la que descansa una corona con diez puntas o rayos. Pintura o milagro, no se cuestionó la construcción que requería del apoyo de fuerza de trabajo y recurso económico para lograr congregar a miles de gente a sus pies. 
 
El costo de esta magnífica iglesia, es estimado en medio millón a ochocientos mil pesos. La construcción comenzó en 1695 y no se completó por completo hasta 1709. El altar mayor, costó 98.000 pesos, y el trono o tabernáculo en el que la se consagra el cuadro, 52,119 pesos. Autoridades posteriores dieron una estimación aún más alta de esta obra de arte. La pintura fue colocada en la iglesia el 1 de mayo de 1703, donde permaneció hasta 1836, cuando fue trasladado temporalmente al convento de los Capuchinos durante la renovación interna del edificio, siendo restaurado a su lugar en diciembre del mismo año. 
 
Se han hecho magníficas donaciones a esta iglesia. En 1707 André's Palencia dejó 100.000 pesos, y en 1747 el acumulado el capital ascendió a 527,832 pesos, arrojando una renta de 30,000 pesos. Con esta suma se hicieron donaciones para el sustento de un abad, diez canónigos y otros oficiales de la iglesia.
El artista Cabrera describe el rostro como exquisitamente hermoso, y mantiene que incluso si una persona ignorara el origen de la pintura, no pudo negar, al verla, que es un trabajo sobrenatural. La figura está rodeada por una aureola rodeada por una nube de bordes luminosos. En 1835 se realizó una investigación formal con respecto a la autenticidad de la pintura existente, buscando su identidad con el representado milagrosamente con el manto de Juan Diego, que no fue probado. Miguel Cabrera, en una reunión con artistas de México en 1751, fue seleccionado para hacer una copia del cuadro para presentarlo a Benedicto XIV. Esta copia fue la más celebrada jamás tomada. Cabrera en 1756 escribió una larga crítica sobre el original. Sin embargo, las autoridades de la túnica han acordado que ninguna mano humana podría haber pintado tal imagen. 
 
¿Pintura o milagro? Escépticos o creyente. El origen milagroso de esta pintura ha dado lugar a muchas controversias en cuanto a su autenticidad. Los argumentos presentados en contra consisten en cinco principales: 1. El milagro nunca fue afirmado por ningún autor; 2. El obispo Zumárraga no dejó ningún escrito sobre el tema; 3. Torquemada abandona el lector para inferir que fue obra del hombre; 4. El ayate, se dice que perteneció para Juan Diego, cuando en realidad era más largo y estrecho que los mantos que solían llevar; 5. La pintura misma presenta defectos artísticos.
 
Fuente:
 
1.- García Cubas, Antonio. Geografía e Historia del Distrito Federal. Antigua Imprenta de Murgía. México, 1892. pp.29-31
2.- Las imágenes, vienen del libro: Álbum de la coronación de la Santísima Virgen de Guadalupe. Edición Libertad. Imprenta de El Tiempo. México, 1995.

 
 
 

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