martes, 20 de abril de 2021

Las haciendas en la Teotlalpan

La Teotlalpan, deriva del nahualt: teotlalli, “llanura, estepa”; ​ y del sufijo locativo -pan (en, sobre, encima de). Por consecuencia es “en la llanura, en la estepa[1]. Los mexicas, llamaban al norte como la Teotlalpan[2], un vasto territorio árido, ocupado por hablantes otomís que con el tiempo fueron desapareciendo, debido a las migraciones náhuatl[3].

Por las condiciones áridas se asociaba con la muerte. Con la llegada de los españoles se le adjudicó otro significado como la tierra de los dioses, debido a que se tradujo la palabra como teo(tl) “dios” y tlalli “tierra”[4]


Esa impresión que se tuvieron por los primeros españoles de una tierra árida se fue transformando por diversos sistemas de canalización que originó que los valles pudieran ser irrigados. Lo que favoreció la creación de haciendas que se ubicaron estratégicamente en diversas partes de la Teotlalpan. El propósito era usar la mano de obra indígena para poder desarrollar sistemas agrícolas intensivos y de forma paralela tener el control de la región a través de autoridades españolas[5].

​El termino hacienda surge en España en territorio andaluz, que se caracterizaban por una forma de hábitat rural que sobre sale por su monumentalidad. En esta su característica básica es que son usadas para ser habitadas por el señor y sus actividades que se desarrollan son la explotación agrícola[6]. En América este concepto de hacienda se replicó que se identifica como un pequeño latifundio de producción agrícola- ganadera, donde hay viviendas de los trabajadores y de los patrones quienes ostentan una construcción arquitectónica de carácter monumental[7]. La hacienda colonial surge en América, como una organización económica del sistema español, que se mantuvo más de cien años, hasta que se logró la abolición de los derechos señoriales a mediados del siglo XX.

El surgimiento de las haciendas comienza en la Nueva España, después de la conquista donde se hace la repartición de tierras a los soldados que participaron. El propósito era salvaguardas las tierras indígenas prohibiendo su posesión. El crecimiento demográfico, la llegada de nuevos españoles promovió demanda interna agrícola y ganadera que favoreció el surgimiento de las haciendas. La palabra hacienda surge por vez primera en la segunda mitad del siglo XVI[8]. En el Archivo General de la Nación podemos constar como hay planos de diversas haciendas que se conocían en la región de la Teotlalpan.

En el siglo XVII, la hacienda presenta una organización compleja basada en el dominio de los recursos naturales de la zona, específicamente del agua en la Teotlalpan; de la fuerza de trabajo indígena que en su mayoría eran hablantes de otomí y náhuatl; y la interacción que se tuvo con los mercados regionales y locales. El surgimiento de nuevas ciudades como Querétaro, San Luis Potosí, entre otro motivo la expansión de haciendas hacia el norte de México[9].

En el siglo XVIII, la mayoría de las haciendas son productivas, volviéndose el Altiplano Central de México un ara de auge, ya que la mayoría tenían un papel muy importante para el desarrollo económico de la Nueva España específicamente por su especialización productiva ya fuera azucarera, ganadera, agrícola, entre otros[10]. La mayor cantidad de haciendas que surgen están documentadas para el estado de Puebla y Tlaxcala[11].

En Yucatán es hasta el siglo XIX y XX que las haciendas se vuelven productivas debido al trabajo de henequén. La península de Yucatán comenzó a exportar y los recursos económicos que se contenían se usaron para campañas bélicas durante la Revolución Mexicana.

 En la Teotlalpan podemos mencionar que hay tres tipos de haciendas que se diferencian por su disposición de edificios[12]. Entre estas están:

 

1. Haciendas conformadas por edificios dispersos. Era frecuente que el área ocupada por los mismos se delimitara mediante una tapia perimetral, en la que se abría un portón con zaguán, para controlar las entradas y salidas. Al conjunto, se le denomina casco de la hacienda.

2. Haciendas cuyos edificios forman una unidad, es decir, que están integrados entre sí. Generalmente agrupados en torno a un patio, al que daban la casa principal, así como las áreas administrativas, los trojes para almacenar granos o semillas y tinacales que eran usados para la producción del pulque. Por lo usual, incluían una capilla, con acceso directo desde el patio. Las casas de los trabajadores, se situaban fuera de este núcleo principal. La casa señorial es importante que se disponía en forma de L o U, en ocasiones con dos plantas y adornadas con jardines. Hay haciendas que son ganaderas que disponían por su extensión de ranchos, pueblos o estancias,

3.  Haciendas mixtas, poseen un conjunto agrupado de construcciones principales y, a la vez, edificios aislados del mismo.



(c) En Prensa. Artículo "Las Haciendas en la Teotlalpan: patrimonio histórico- cultural". 


[1] Soustelle, Jacques. El universo de los aztecas. FCE, México 1983.

[2] López Austin. “El cosmos según los mexicas.” En Manzanilla, Linda y Leonardo López Luján (Coordinadores) Atlas Histórico de Mesoamérica Ed. Larousse, México. 1993. pp. 168-171

[3] Wright Carr, David Charles, El papel de los otomíes es las culturas del Altiplano Central, 5000 a.C. 1650 d.C.

[4] Siméon, Rémi (1988) Diccionario de la lengua náhuatl o mexicana Ed. Siglo XXI.

[5] López Aguilar, Fernando y Guillermo Bali Chavéz. "La distribución de los asentamientos del Valle del Mezquital como un modelo de desarrollo social", en Estudios de Cultura Otopame, UNAM-IIA, México 2002. pp. 17-36

[6] Florescano, Enrique (1990). Bethell, Leslie, ed. Formación y estructura económica de la hacienda en Nueva España (pdf). Barcelona: Editorial Crítica. Historia de América Latina. 3. América Latina Colonial: Economía. ISBN 8474234778.

[7] Garavaglia, Juan Carlos (1975). Florescano, Enrique, ed. Las actividades agropecuarias en el marco de la vida económica del pueblo de indios de Nuestra Señora de los Santos Reyes Magos de Yapeyú: 1768-1806. México, D.F.: Siglo XXI. Haciendas, latifundios y plantaciones en América Latina.

 [8] DuBois, Alice (9 de junio de 2009). «Enjoying Comforts of the Yucatán’s Era of ‘Green Gold’»The New York Times (en inglés).

[9] arquín Ortega, María Teresa, ed. (1990). Origen y evolución de la hacienda en México: siglos XVI al XX: memorias del simposio realizado del 27 al 30 de septiembre de 1989. Toluca, Edo. de México: El Colegio Mexiquense: Universidad Latinoamericana: Instituto Nacional de Antropología e Historia.

[10] Assadourian, Carlos Sempat (1982). El sistema de la economía colonial: mercado interno, regiones y espacio económico (pdf). Lima: Instituto de Estudios Peruanos.

[11] Jarquín, María Teresa; Herrejón Peredo, Carlos (1987). Breve historia del Estado de México. México D.F.: Librería de El Colegio Mexiquense, A.C. ISBN 9686341021.

[12] Von Wobeser, Gisela: La formación de la hacienda en la época colonial. El uso del agua y la tierra, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, México, 1983, pag. 66

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