sábado, 27 de agosto de 2022

Los libros de "Los Petrograbados de la Malinche: el imaginario colectivo de Tula", sigue siendo motivo de interés para la comunidad de la región del Valle del Mezquital.

De la carrera de Turismo área de desarrollo de productos, de la Universidad Tecnológica del Valle de Mezquital UTVM; dos chicas se incorporaron al área de investigación para hacer su estadía, en donde aprendieron el quehacer del trabajo arqueológico; logrando un producto para poder ser aplicado en otras regiones con fines de hacer valer el patrimonio cultural arqueológico en cuanto a su valor como pertenencia a una comunidad, de identidad, orgullo y memoria histórica.
Su profesora encargada de la estadía de las chicas nos visito y aprovechamos para regalarles el libro: Los Petrograbados de la Malinche: el imaginario colectivo de Tula". 

Aclarando que la Malinche es por su localidad del nombre de la colonia, que en realidad forma parte de cerro Magoni Chico, pero ha conformado un imaginario de que es la Malinche lo que vemos y que hay una serie de terrazas que son prehispánicas. Solo el registro arqueológico, el estudio iconográfico y la contextualización de los petrograbados y su relación con el paisaje podrían demostrar lo contrario. 

 De igual forma se debe comprender para la creación de estas manifestaciones rupestres, como durante el Posclásico Tardío, la gran ciudad tolteca se encontraba abandonada, es cuando surge y se expande el grupo náhuatl del centro de México hacia regiones para crear asentamientos como cabeceras o aldeas con fines de apoyar el control regional y la adquisición de tributos. Una de estas entidades más poderosas del Altiplano Central fue la Triple Alianza, liderada por Tenochtitlan. 

El cerro Magoni Chico fue ocupado por grupos nahuas quienes estaban construyendo áreas de palacios, de igual forma se suscitó en el cerro el Cielito y el Tesoro. En este ultimo se encontraban las ruinas de los toltecas, que eran motivo de rehusó para fines rituales y traslado hasta el gran teocalli de Mexico Tenochtitlan. Los grabados fueron hechos en un acantilado con una perspectiva visual no solo de montañas sagradas como el Xicuco, también de dos ríos muy caudalosos: el de Tula y el Rosas. Era un paraíso que se quedo plasmado en las rocas y que se relacionaban con rituales y ceremonias muy especificas para honrar a estas deidades y recordar que los hombres dependen de estos para sustentarse y lograr su mantenimiento. 

El imaginario solo es para recordar que hay cosas que solo solo existe en la imaginación. Es creer poder interpretar o explicar lo que se hizo en un tiempo que no corresponde a su creación y que no se relaciona con lo que se ha creado arquitectónicamente, lo que lleva a plantear que los intereses son otros, quizás políticos, económicos o sociales. 

La realidad es que ese imaginario depende mucho de elementos simbólicos representados como seria el caso de los propuso petrograbados, pero ese imaginario puede cambiar una vez que tenemos los elementos que sustenten lo que realmente no es. 

Podemos concluir que ese imaginario podrá continuar, convirtiéndose en una oposición a lo real. Ese imaginario colectivo es una expresión del nuevo conjunto de mitos y símbolos que funciona como mente social colectiva. El libro solo es un poco esfuerzo para hacer comprender que en ocasiones ese imaginario puede cambiar.

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